31 de agosto de 2023

Bosques oscuros, de Kevin Prufer


BOSQUES OSCUROS

¿Sabes a dónde ha ido nuestro hijo?
Lo siento. ¿Sabes qué ha sido
de él? Lo siento. [        .] ¿Está escondido
en un armario? No. ¿Está acurrucado entre
los zapatos? No. [        .] ¿Deberíamos
buscar en los armarios? No está en los armarios. [        .]
¿Deberíamos comprobar las cajas vacías? No está
en las cajas vacías
. Hace mucho frío fuera. [        .]
Probablemente esté escondido detrás del sofá.
¡Venga, sal, sal! Voy a contar hasta diez.
Uno, dos, tres... No está detrás del sofá.
[        .] Hace mucho frío fuera. [        .] Probablemente
sea una broma. No es una broma. Probablemente
esté escondido en el falso techo. ¡Hola ahí arriba!
No está en el techo. [        .] Hace mucho frío fuera.
[        .] ¿Salió afuera? No. ¿Llevaba puesta
la chaqueta? No. ¿Llevaba puestas las botas
y el gorro? [        .] No hay más que bosques oscuros
ahí fuera. [        .] ¿Le diste tu chaqueta?
[        .] ¿Le ofreciste tu chaqueta? [        .]
Tal vez esté disfrazado. ¿Disfrazado? Con tu gorro
y tu chaqueta. ¿Disfrazado? [        .] Disfrazado
de ti. [        .] ¿Entró a través de tu ventana?
Escucha lo que estás diciendo. ¿Entró en ti?
Escucha lo que estás diciendo. ¿Está atrapado en ti?
Suéltame. ¿Hay bosques oscuros ahí dentro?

(Kevin Prufer, Poetry, Marzo 2015)
(Traducción de Andrés Catalán)



David de la Mano y Pablo S. Herrero

28 de agosto de 2023

'En memoria de A. A. Ajmátova', de Arseni Tarkovski

 

I

 

He mullido un lecho suave,

decapitado bosquecillos y praderas

para que se tendieran a tus pies

el laurel dulce y el amargo lúpulo.

 

Pero abril no relevó a marzo

para custodiar las firmas y las leyes.

En la tierra más llena de lágrimas

te levanté un monumento.

 

Me detengo bajo el cielo del norte

ante tu blanca, pálida, rebelde

altura montañosa,

 

y no me reconozco a mí mismo,

a solas, a solas con mi camisa negra

en tu futuro, como en el paraíso.

 

Agosto de 1968

 

II

 

Cuando en San Nicolás de los Marinos

la miseria se postraba entre las flores,

una palabra humilde y ajena

hizo brillar su oscura austeridad

en la cera de una boca soberana.

 

Pero su significado era incomprensible,

y si pudiéramos entenderla, la perderíamos,

y era, como una ficción, confusa

salvo tal vez en el rastro trémulo

de las velas casi derretidas.

 

Y la sombra de un orgullo vagabundo

sobre el negro hielo del Nevá,

sobre el nevado desierto del Báltico

y a través del azul Adriático

voló ante nuestros ojos.

 

Abril de 1967


 

III

 

Hacia casa, hacia casa, hacia casa,

entre los pinos de Komarovo...

¡Oh, mi ángel de la muerte,

con una corona fúnebre en mi cabecero,

con su pañuelito de encaje,

con las alas en ristre!

 

Como la nieve para los árboles,

para la tierra no es una carga

tu arca abierta que flota

ante todas las miradas

hacia el siglo veintiuno,

de un tiempo a otro tiempo.

 

El invierno despidió su último rayo

de luz sobre las cabezas,

como el primer aleteo

bajo las agujas de Karelia,

y las estrellas iluminaron la noche

sobre el nevado azul.

 

Y toda la noche

te juramos la inmortalidad,

te rogamos que nos ayudaras

a abandonar el hogar del desconsuelo,

toda la noche, toda la noche, toda la noche.

Y otra vez la noche comenzaba.

 

Abril de 1967

 

IV

 

Por el hielo y la nieve, entre jazmines,

más blanca que la nieve, en su palma

se llevó consigo a la tumba

media alma, media canción,

la mejor que cantaron sobre ella.

 

Sin confiar en los halagos,

completado su semicírculo terrenal,

como una herejía reconocida a medias,

a través del dosel helado, a través

de torbellinos de luz...           

                                   mira hacia el sur.

 

¿Qué ve la mirada invisible

de sus recelosos ojos claros?

¿Las contraventanas abiertas

de kilómetros e inviernos o la hoguera

que nos envuelve?

 

3 de enero de 1967


V

 

Los pinos blancos

                        cantan: ¡Amén!

                        mi paloma: tu mano.

Amargo es mi pan,

                        mi voz es ajenjo,

                        mi camino es amargo.

 

En mi garganta

                        hay un azul celestial:

                        tus Aes gélidas:

                        Ángel y Canaán,

                        tú apartada.

 

Tú distanciada:

                        un desierto de desiertos,

                        un festín, conmemorado en el ayuno,

el fósforo de las últimas estrellas

                        que tras siete siglos

                        ha llegado a los ojos.

 

VI

 

Y acompañé a esta sombra en su último

camino, hasta el último umbral.

Y las dos alas de su espalda poco a poco

languidecieron, como dos rayos.

 

Y el año completó su círculo de puntillas,

el invierno trompetea desde el claro del bosque

y la calígine de mica de los pinos de Karelia

le responde con un tintineo desafinado.

 

¿Y si la memoria es incapaz de restaurar el día

en medio de las tinieblas, fuera de la ley terrenal?

¿Y si la sombra, al abandonar la tierra, de la palabra

no bebe la inmortalidad?

                                               Cállate, corazón.

No mientas. Toma un poco más de sangre,

bendice las luces de la aurora.

 

12 de enero de 1967

 

(Traducción de Irina Chernova y Andrés Catalán)



 

 

23 de agosto de 2023

'Hombre con objeto', de Wallace Stevens

 

HOMBRE CON OBJETO

 

 

El poema debe lograr resistirse

a la inteligencia casi del todo. Ejemplo:

 

una figura morena en una tarde de invierno

se resiste a la identidad. Lo que lleva se resiste

 

al sentido más necesitado. Acéptalos entonces

como algo secundario (partes no percibidas de todo

 

del total evidente, partículas inciertas

de lo sólido y cierto, lo primario libre de dudas,

 

cosas que flotan como los cien primeros copos de nieve

de una tormenta que debemos soportar toda la noche,

 

de una tormenta de cosas secundarias),

el horror de los pensamientos que de repente son reales.

 

Debemos soportar nuestros pensamientos toda la noche,

hasta que el brillo de lo evidente quede inerte en el frío.

 

(Traducción de A. Catalán. Original, acá)

 

 


 


7 de agosto de 2023

Seis poemas de Primo Levi

 

BUNA

 

Pies llagados y tierra maldita,

la larga fila en las mañanas grises.

Humea la Buna de sus mil chimeneas,

un día como cualquier otro nos aguarda.

Terribles al alba las sirenas:

«Vosotros, multitud de rostros apagados,

sobre el horror monótono del barro

ha nacido otro día de agonía».

Compañero cansado te veo en el corazón,

te leo los ojos compañero doliente,

llevas dentro del pecho frío hambre nada

dentro de ti has quebrado el último valor.

Compañero canoso eras un hombre fuerte,

una mujer caminaba a tu lado.

Compañero vacío que ya no tienes nombre,

hombre abandonado que ya no tienes llanto,

tan pobre que no tienes ya dolor,

tan cansado que no tienes ya miedo,

hombre apagado que fuiste un hombre fuerte:

si volviéramos a encontrarnos

allí arriba en el amable mundo bajo el sol,

¿con qué rostro nos veríamos frente a frente?

 

28 de diciembre de 1945

 

CANTAR

 

... Pero cuando empezamos a cantar

nuestras buenas canciones sin sentido,

entonces sucedió que todas las cosas

volvieron a ser como habían sido.

 

Un día no era más que un día:

con siete se completa una semana.

Asesinar nos parecía una maldad;

morirse, una cosa lejana.

 

Y los meses pasaban rápidamente,

¡pero por delante teníamos tantos!

Éramos de nuevo solamente jóvenes:

ni mártires, ni traidores, ni santos.

 

Esto y esto otro se nos ocurría

mientras nos dedicábamos a cantar;

pero eran cosas parecidas a las nubes,

y difíciles de explicar.

 

3 de enero de 1946

 

25 DE FEBRERO DE 1944

 

Querría creer en otra cosa

que no sea que la muerte te deshizo.

Querría poder expresar la intensidad

con la que deseamos entonces,

hombres ya hundidos,

poder una vez más juntos

caminar libres bajo el sol.

 

9 de febrero de 1946


OSTJUDEN

 

Padres nuestros de esta tierra,

comerciantes de múltiples ingenios,

sabios sagaces de la vasta prole

que Dios sembró por el mundo

como la sal el loco Ulises en los surcos:

os he encontrado por todas partes,

incontables como la arena del mar,

vosotros pueblo de cerviz altiva,

pobre y tenaz simiente humana.

 

7 de febrero de 1946

 

ESPERA

 

Es esta una época de relámpagos sin trueno,

Es esta una época de voces no escuchadas,

de sueños inquietos y de vigilia en vano.

Compañera, no olvides los días

de los largos fáciles silencios,

de las nocturnas amistosas calles,

de la meditación serena,

antes de que caigan las hojas,

antes de que vuelva a cerrarse el cielo,

antes de que de nuevo nos despierte,

familiar, delante de nuestras puertas,

el golpear de las botas de hierro.

2 de enero de 1949

 

PARA ADOLF EICHMANN

 

Corre libre el viento por nuestras llanuras,

bate eterno el mar vivo en nuestras playas.

El hombre fecunda la tierra, la tierra le da flores y frutos:

vive en sufrimiento y en alegría, espera y teme, engendra dulces hijos.

 

...Y tú has llegado, nuestro preciado enemigo,

tú, criatura abandonada, hombre rodeado de muerte.

¿Qué serás capaz de decir ante nuestra asamblea?

¿Jurarás ante un dios? ¿Qué dios?

¿Bajarás a la tumba alegremente?

¿O lamentarás, como al final se lamenta el hombre laborioso

cuya vida fue breve para un arte demasiado largo,

tu malvada obra inacabada,

los trece millones aún con vida?

 

Oh hijo de la muerte, no te deseamos la muerte.

Ojalá vivas más tiempo de lo que nadie ha vivido:

ojalá vivas insomne cinco millones de noches,

y te visite cada noche el sufrimiento de todos los que vieron

volverse a cerrar la puerta que impedía el camino de regreso,

hacerse la oscuridad, el aire llenarse de muerte.

20 de julio de 1960.

(Traducción de Andrés Catalán y María Bastianes)







6 de agosto de 2023

Los días de vino y rosas de Ernest Dowson

_
El nombre de Ernest C. Dowson (1867-1900), dandy, escritor maldito, inglés finisecular, posiblemente no le diga nada al lector. Lo único publicado en España de él, Diario de un hombre de éxito, salió en la editorial Periférica en 2012. En el sabroso postre que sigue al breve relato, el poema 'Non sum qualis eram bonae sub regno Cynarae', descubrimos sin embargo que suyo es el verso "gone with the wind", que después sería el título de la famosa (y única) novela de Margaret Mitchell y después de la famosérrima película de la famosérrima bofetada. Suyo es, también, el verso "días de vino y rosas", que también daría título a una película, este en el poema sin título conocido por su epígrafe 'Vitae summa brevis spem nos vetat incohare longam'.

Añado aquí una traducción de ambos poemas, aunque la traducción de 'Non sum qualis...' de Carlos Pardo del volumen editado por Periférica me gusta mucho.


Non sum qualis eram bonae sub regno Cynarae

Anoche, ah, anoche, entre sus labios y los míos
¡allí cayó tu sombra, Cynara! se derramó tu aliento
sobre mi alma en medio de los besos y del vino;
y triste me sentí y atormentado por una vieja pasión,
   sí, tan triste que agaché la cabeza:
¡os he sido fiel, Cynara! a mi manera.

La noche entera sentí en mi corazón sus cálidos latidos,
la noche entera en mis brazos yació con amor y con sueño;
sin duda los besos de su alquilada boca fueron rojos y dulces;
pero triste me sentí y atormentado por una vieja pasión,
   cuando al despertar vi que un cielo gris era el alba:
¡os he sido fiel, Cynara! a mi manera.

¡He olvidado tanto, Cynara! llevado por el viento,
arrojando rosas, rosas desenfrenadas entre la multitud,
bailando, para olvidar tus pálidas, perdidas azucenas;
pero triste me sentía y atormentado por una vieja pasión,
   sí, durante todo el tiempo, pues el baile fue largo:
¡os he sido fiel, Cynara! a mi manera.

Clamé por música más furiosa y vino más potente,
pero cuando el banquete se acaba y las luces expiran,
¡entonces cae tu sombra, Cynara! la noche es tuya;
y triste me siento y atormentado por una vieja pasión,
   sí, ávido de los labios de mi deseo:
¡os he sido fiel, Cynara! a mi manera.


*****


                                   Vitae summa brevis spem nos vetat incohare longam

No duran mucho tiempo, los llantos y las risas,
    el amor y el deseo y el odio:
creo que no forman parte de nosotros
    tras cruzar la puerta.

No duran mucho tiempo, los días de vino y rosas:
    como desde un vago sueño
el camino surge un instante, luego se pierde
    en el interior de un sueño.

Traducción, A. Catalán
Los originales, aquí y aquí.

Ernest C. Dowson


1 de agosto de 2023

'Feliz navidad de parte de Hegel', de Anne Carson

Fue el año que murió mi hermano. Yo vivía en el norte y tenía pocos amigos o se habían marchado todos. El día de Navidad estaba sentada en mi sillón, leyendo algo sobre Hegel. Les ruego me disculpen si saben mucho de Hegel o comprenden sus ideas, yo no y por eso voy a parafrasearlo torpemente, pero me pareció entender que decía que estaba harto de las críticas habituales a su horrible prosa, a lo que añadía que, con su burda dicotomía de sujeto y verbo, la gramática convencional estaba en conflicto con lo que él llamaba «especulación». La especulación, que es el asunto que incumbe a la filosofía. La especulación, que es el esfuerzo por captar la realidad en su totalidad interactiva. La función de una frase como «la razón es el espíritu» no era afirmar un hecho (decía), sino poner a la razón junto al espíritu y permitir que sus significados se mezclaran tiernamente en la especulación. Esta noción de un espacio filosófico donde las palabras van a la deriva en una suave y mutua redefinición de sí mismas me produjo una gran alegría, pero al mismo tiempo me sentía miserablemente sola porque todos mis familiares estaban muertos y además era el día de Navidad, así que me calcé unas botas grandes, me puse el abrigo y salí dispuesta a quedarme un rato en la nieve. ¡No lo hacía desde la infancia! Había olvidado lo asombroso que es. Me interné en un bosque. Los abetos, que lo hacen magistralmente, estaban por todas partes. Veinte grados bajo cero con viento, aunque dentro de los árboles no hay viento. El mundo se va sustrayendo por capas. Los ruidos externos como el tráfico y el roce de las palas se desvanecen. Los ruidos internos se vuelven audibles, chasquidos, suspiros, caricias, ramitas, el aliento de los pájaros, las uñas de las ardillas. Los abetos se mueven con grandiosidad. El blanco está perfectamente curvo, pasmado de sí mismo. Bocanadas de bruma helada y algunas cosas doradas flotan hacia arriba. Las sombras arrastran su inmovilidad por la nieve con una vibración de otras sombras que se cruzan con ellas, sombra sobre sombra, a velocidades precisas. Hace mucho frío, luego también eso comienza a sustraerse, el cuerpo se enfría en la superficie pero el núcleo está caliente y es posible desconectar la superficie, retirarse al núcleo, donde fluye una paz arrebatadora, tan arrebatadora que no me avergüenza usar la palabra arrebatadora, y no es la paz que produce desligarse de los sentidos, sino la paz limpiadora del mirar, escuchar y sentir en el núcleo mismo de la nieve, en el núcleo mismo del cuidado de la nieve. No tiene nada que ver con Hegel y él no admiraría las frases burdamente convencionales con las que he intentado contarlo, pero sospecho que si ese día de Navidad no hubiera apreciado el estado de ánimo de la particular indignación gramatical de Hegel, nunca habría salido a ver la nieve, ni me habría quedado a especular sobre ella, ni habría tenido la paciencia de sentarme y hacer mi propio registro de las especulaciones como si fuera una forma digna de pasar la tarde, una forma plausible de transformar el horror helado de la jornada festiva en una especie de regreso al hogar. Feliz Navidad de parte de Hegel. 

 

(Anne Carson, Flota, traducción de Andrés Catalán y Jordi Doce)