29 de junio de 2025

'La canción de amor de San Sebastián', de T. S. Eliot


Llegaría con un cilicio

llegaría con la lámpara en la noche

y me sentaría al pie de tu escalera;

me flagelaría hasta sangrar,

y tras horas y horas de oración

y tortura y deleite,

cuando mi sangre rodeara la lámpara

y destellara a la luz,

me levantaría y sería tu neófito

y apagaría la luz

para seguirte allá donde me guiaras,

para seguirte a donde tus pies son blancos

en la oscuridad de tu cama

y donde tu vestido es blanco

y sobre tu vestido tu pelo trenzado.

Entonces me aceptarías

porque yo sería repugnante a tus ojos

me aceptarías sin vergüenza

porque yo estaría muerto

y al llegar la mañana

mi cabeza descansaría entre tus pechos.

 

Llegaría con una toalla en la mano

e inclinaría tu cabeza entre mis rodillas;

tus orejas tienen un curioso pliegue,

nadie en el mundo tiene un pliegue igual.

Cuando el mundo entero se derrita bajo el sol,

se derrita o se congele,

recordaré aún el pliegue de tus orejas.

Me demoraría un momento

y seguiría la curva con el dedo

y tu cabeza debajo de mis rodillas...

creo que al fin lo entenderías.

Ya no habría nada que decir.

Me amarías porque te habría estrangulado

y a causa de mi infamia;

y yo te amaría aún más porque te habría mutilado

y porque no serías ya hermosa para nadie

excepto para mí.

 

(Trad. Andrés Catalán) 

 

 

 


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