26 de diciembre de 2013

Volver a Wallace Stevens


UNA CUALQUIERA SE RECLINA EN SU DIVÁN

Sobre su costado, apoyada en su codo.
Este mecanismo, esta aparición,
supongamos llamada Proyección A.

Flota en medio del aire a nivel
del ojo, del todo anónima,
nacida, pues lo fue, a los veintiuno,

sin linaje ni lenguaje, solo
la curvatura de la cadera, como un inmóvil gesto,
ojos empapados de azul, tanto que aprender.

Si justo sobre su cabeza estuviera colgada,
suspendida en el aire, la más débil corona
de puntas góticas y el brillo de costumbre,

la suspensión, como en un espacio sólido,
retirada la mano suspendida, sería
un gesto invisible. Que esto se llame

Proyección B. Alcanzar la cosa
sin gestos es alcanzara como
idea. Flota en la contienda, el flujo

entre la cosa como idea y
la idea como cosa. Ella es a medias quien la hizo.
Esta es la definitiva Proyección C.

La distribución contiene el deseo del
artista. Pero uno confía en aquello que no tiene
un creador escondido. Uno recorre fácilmente

la costa sin pintar, acepta que el mundo
sea cualquier cosa menos una escultura. Adiós,
señora Pappadopoulos, y gracias.

(Wallace Stevens, Transport to Summer, 1947)


(Traducción, A. Catalán)
(Original, aquí, en voz de Stevens)


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