9 de diciembre de 2014

Un poema del último libro de Louise Glück


UNA AVENTURA

1.
Tomé la decisión una noche mientras me estaba quedando dormida
de que no quería tener nada más que ver con esas aventuras amorosas
que durante tanto me habían esclavizado. ¿Nada más que ver con el amor?
me susurró el corazón. A lo que contesté que muchos hondos descubrimientos
nos aguardaban, esperando, al mismo tiempo, que no me iba a pedir
que los nombrara. Pues no podía nombrarlos. Pero la convicción de que existían...
¿Seguramente contara para algo?

2.
La noche siguiente trajo consigo la misma idea,
esta vez en relación a la poesía, y en las noches posteriores
otras pasiones y sensaciones diversas fueron, de la misma forma,
dejadas a un lado para siempre, y cada noche mi corazón
se quejó de su futuro, como un niño pequeño al que se le niega su juguete favorito.
Pero estas despedidas, me dije, es como funcionan las cosas.
Y una vez más aludí al vasto territorio
que se abría ante nosotros con cada adiós. Y con esa frase me convertí
en un glorioso caballero cabalgando hacia la puesta de sol, y mi corazón
se convirtió en el corcel sobre el que iba.

3.
Estaba, como comprenderás, entrando en el reino de la muerte,
aunque por qué este paisaje tenía un aspecto tan convencional
no podría decirlo. Aquí, también, los días eran muy largos
al tiempo que los años muy cortos. El sol se hundía tras la montaña lejana.
Las estrellas brillaban, la luna crecía y decrecía. Pronto
los rostros del pasado se me aparecieron:
mi padre y mi madre, mi hermana menor; no habían, parecía,
terminado de decir lo que tenían que decir, aunque ahora
podía oírles porque mi corazón estaba en calma.

4.
En este punto, alcancé el precipicio
pero el sendero, como pude ver, no descendía hasta el otro lado;
más bien, completamente plano, continuaba a esta altitud
hasta donde el ojo alcanzaba a ver, aunque paulatinamente
la montaña en la que se apoyaba desapareció del todo
y me encontré cabalgando con paso seguro a través del aire;
por todas partes, los muertos me animaban, la alegría de encontrarlos
borrada por la tarea de tener que responderles...

5.
Igual que habíamos sido carne juntos,
ahora éramos neblina.
Igual que habíamos sido antes objetos con sombras,
ahora éramos sustancia sin forma, como evaporados productos químicos.
Relincha, relincha, decía mi corazón,
o tal vez renuncia, renuncia; era difícil saberlo.

6.
Aquí la visión terminó. Estaba en mi cama, el sol de la mañana
se alzaba satisfecho, el edredón de plumas
se amontonaba en blancos montículos sobre la parte inferior de mi cuerpo.
Habías estado conmigo:
había una marca en la segunda funda de almohada.
Habíamos escapado de la muerte...
¿o era esto lo que se veía desde el precipicio?

(Louise Glück, Faithful and Virtuous Night, 2014. El original, por ejemplo, aquí)
(De la traducción, Andrés Catalán)

Otro poema de este mismo libro, en el blog de Jordi Doce, traducido por él, aquí.



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