A
la manera de Guillermo IX, Duque de Aquitania
Con la dulzura que fluye por estos nuevos días,
los bosques se llenan de hojas, y los pájaros cantores expresan
en neumas de posadas melodías
íncipits de una nueva canción.
Después el amor debería encontrar lubricidad
y acelerarse, tras haber dormido tanto.
La sanguinaria florece, y eso está muy bien,
pero nadie me ofrece a mí ni una palabra
que calme mi preocupado corazón,
y no podremos volver el rostro hacia
el sol, y abrirnos poco a poco,
a no ser que lleguemos a un acuerdo.
Y así continúa nuestro amor, noche y día:
es como la rama de espinoso espino
que es azotada por un viento glacial
del anochecer al alba, barnizada de aguanieve,
hasta que los primeros rayos del sol ascienden
a través de las hojas y las ramas, extendiendo el calor.
Me acuerdo de una mañana de abril
cuando ella cedió sin previo aviso,
abandonó ese desaire helado
y dio paso a la risa, a carcajadas de felicidad.
¡Dios mío, permíteme vivir lo suficiente
para meterle mano debajo del vestido!
Odio la charla elevada
que desprecia a la raíz y al tallo
y pone al anodino orgullo por encima
de las vicisitudes del deseo y las disputas.
Dejad que los demás reclamen un amor superior:
nosotros tenemos el pan, tenemos el cuchillo.
Traducción de A. Catalán
El original, aquí.
Y el poema de Guillermo de Aquitania al que hace referencia,
No hay comentarios:
Publicar un comentario