14 de septiembre de 2025

'Una obra griega en un jardín', de Dylan Thomas

 

Una obra griega en un jardín

 

Una mujer llora a sus muertos entre los árboles,

bajo el verde dosel se lamenta de los vivos;

el avivado sol se duele de los cielos moribundos,

y dolido se oculta. Apiádate del amor que Electra

 

siente por todo el imperio de orgullo de Orestes

reducido a polvo en el pequeño reino de una urna,

por Agamenón y su regia sangre

que corre gritando por sus venas. No hay sol ni luna

 

que pueda iluminar la negra oscuridad de su rostro,

ningún viento egeo que calme su roto corazón;

no hay cuevas marinas más hondas que sus ojos;

el día holla los árboles y ella la noche cavernosa.

 

Entre los árboles el lenguaje de los muertos

resuena, lleno de vida, desde una máscara pintada;

la reina es asesinada; las manos de Orestes chorrean sangre;

todas las mujeres hablan del horror en el crepúsculo.

 

No pueden quedar muchas lágrimas: Electra derramó

todas las lágrimas de un país y expresó toda desesperanza

ante la carne que perece y la sangre que se vierte

y el amor que se marchita como lo hace una flor.

 

Apiádate de los vivos que están perdidos, solos;

los muertos en el Hades tienen muchos amigos,

la reina muerta paseó con el rey de Micenas

por las arboledas del Hades y los Reinos Eternos.

 

Apiádate de Electra que no tiene amor, cuya pena

ahoga y que la ahoga, que declara a los astros

sus sílabas, y a los dioses su amor;

apiádate de los pobres que no conocen las lágrimas.

 

Entre los árboles del jardín arrulla una paloma,

que nada sabe del drama que estos tristes actores recitan

sobre malvados oráculos y desgracias funerarias;

una paloma arrulla y las mujeres hablan de la muerte.

 

(Traducción de Andrés Catalán) 

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