LA RENUNCIA A LA POESÍA
(Hofmannsthal en Atenas, 1908)
Estos ruinosos días de otoño.
Al alba
el resplandor se filtra por el
aire arrasado,
al anochecer el aire recoge el
resplandor.
Así que esto es Grecia, mítica
decadencia. Durante
años soñó con acariciar las
faldas de estas colinas
y subirse a los hombros
atronadores del Egeo,
pero ahora le embarga un cierto desencanto
en un país de tumbas y
columnas, cementerios
y excavaciones, piedras y
fragmentos de piedra.
El polvo del camino aún se
aferra a su cuerpo
y las pizcas de sol se borran de su piel.
¿Qué le ha sucedido a las
eternas presencias?
Asciende hasta la Acrópolis
antes de que anochezca
para observar al sol ponerse detrás
del Partenón.
Los primeros fuegos se avivan
en el cielo,
y le llega un aroma de acacias, de
trigo
en sazón y mar abierto. Pero nada trasciende.
en sazón y mar abierto. Pero nada trasciende.
Bajo esta luz todo se desvanece
en la niebla.
Estos griegos, se pregunta,
quiénes son
sino sombras desleídas en
sombras, profetas
de la no existencia,
premoniciones de vacío.
Imposible antigüedad, búsquedas sin sentido.
Los desprecia por haberse
convertido en vanos alardes
y traiciones eternas, en
los simples adornos de una pared.
Edward Hirsch
Traducción, A. Catalán
(Original, aquí)
No hay comentarios:
Publicar un comentario