QUE SE JODAN LOS ASTRONAUTAS
I
A la larga tendremos que juntar las pesadillas
me espetó un ángel que fumaba un cigarrillo
en los escalones del último banco nacional.
La hago callar con el pulgar. No me hace falta
tanta palabrería tengo mis propios problemas.
Era algo triste, emocionante, y horrible.
Era algo emocionante, horrible, y triste.
Era algo horrible, triste, y emocionante.
Era algo incitante, disparatado, y vergonzoso.
Era algo adorable, alegre, y tentador.
A la larga tendremos que fumarnos un pulgar
palabrería tengo mi propio ángel
en los escalones de los problemas el banco
me espetó no me hace falta.
Me llevaré esta ventana de aquí
con sus mapas de hollín y arañazos
para que mis sueños se recuerden
unos a otros y para que a mis ojos no
los acabe cegando el nuevo mundo.
II
Las llamas ni bailan ni culebrean.
Han pintado la habitación de verde.
Hermosas y desnudas, las esposas
duermen frente al fuego.
Ahora está apagado. Los hombres
han vuelto a las casuchas,
asesinadas criaturas del suelo
del bosque entre sus blancos
furgones. Prácticamente eso
es todo, dice el otro,
vaciándole a la mujer
su cubo encima. Bueno, supongo
que lo tenemos todo, dice uno,
rebuscando por entre el barro,
como si fuera un niño.
Ahora recuerdan que quieren
ese barro, que no puede acordarse
para qué se han reunido.
Lo dividen en parcelas: cuando
están lo suficientemente borrachos
se marchan a la ciudad con
un cubo de barro, diciendo
podemos seccionarlo y meterlo
en un molino como una vaca hinchada.
Más tarde, pintan el interior
de la choza de negro,
y se sientan a papar moscas toda la noche,
quieren algo que sea real, útil,
pero no hay nada.
III
Voy a diseñar el amanecer
han desmantelado nuestras sombras
nuestros ecos se han borrado de los muros
tus pezones son esqueletos de aceituna
tus pezones son una delicia oriental
tus pezones se vuelan como el papel de fumar
tus pezones son la boca de los mudos
así que yo ya no sigo aquí
madeja de rayos
la tinta oscura de la memoria en tu última sonrisa
donde las estrellas se han tragado su horario de trenes
donde las estrellas se han ahogado con sus oscuras enaguas
como una suela de hamburguesa
recibiendo el rayo
directo en su clítoris
rojo sobre rojo el prisionero
confiesa su vals
a través de la espiral del rayo
olvídate del rayo
en tus dientes bailemos un vals
soy la máquina de pinball de hachís
que viola los pianos.
(James Tate, Selected Poems, 1991)
(Traducción de Andrés Catalán. El original, aquí.)
(Otro poema de Tate en el blog de Jordi Doce, aquí.)
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