5 de mayo de 2011

Epílogo, de Robert Lowell


Posiblemente uno de los poemas más conocidos de Robert Lowell, publicado el mismo año de su muerte (1977); últimamente las referencias a Vermeer me persiguen.

EPÍLOGO

Esas benditas estructuras, trama y rima—
¿por qué no son de ayuda alguna ahora
que quiero trabajar
desde la imaginación, y no desde el recuerdo?
Escucho el sonido de mi propia voz:
La vista del pintor no es una lente,
tiembla para acariciar la luz.
Pero a veces todo lo que escribo
con el raído arte de mis ojos
parece una instantánea,
escabrosa, apresurada, chillona, recargada,
más intensa que la vida,
pero paralizada por la realidad.
Toda una unión mal avenida.
¿Pero por qué no decir qué sucedió?
Reza por la gracia de la precisión
que Vermeer concedió a la iluminación del sol
avanzando como la marea sobre un mapa
hasta esta muchacha, toda anhelo.
Somos pobres realidades pasajeras,
advertidos por ello a que otorguemos
a cada figura de la fotografía
su verdadero nombre.


EPILOGUE  

Those blessèd structures, plot and rhyme—
why are they no help to me now
I want to make
something imagined, not recalled?
I hear the noise of my own voice:
The painter's vision is not a lens,
it trembles to caress the light.
But sometimes everything I write
with the threadbare art of my eye
seems a snapshot,
lurid, rapid, garish, grouped,
heightened from life,
yet paralyzed by fact.
All's misalliance.
Yet why not say what happened?
Pray for the grace of accuracy
Vermeer gave to the sun's illumination
stealing like the tide across a map
to his girl solid with yearning.
We are poor passing facts,
warned by that to give
each figure in the photograph
his living name.

(Robert Lowell, Day by Day, 1977)
(Traducción Andrés Catalán)

Mujer de azul leyendo una carta, Johannes Vermeer, c. 1662-1665

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